15 de julio de 2008

NOTICIAS BREVES


Migrantes y esclavas:
Hablan los “residuos humanos” del nordeste italiano
Los desechos de Padua
Sebastiano Canetta, Ernesto Milanesi
Il Manifesto
Traducido por Gorka Larrabeiti



El escándalo de los “residuos humanos” de Padua nace de una irrupción organizada por Rifondazione Comunista y Workers in action en un pabellón industrial donde obreras inmigrantes trabajan diferenciando a mano, a temperatura infernal residuos de todo tipo. Sucede en el rico nordeste de Italia, no en África ni en Nápoles. Ante lo sucedido, ninguna intervención institucional.

Hassana, de 25 años, marroquí, desvía la mirada mientras explica: “Podíamos comer sólo en el váter. Un cuarto de hora de descanso. Con la peste de los excrementos debajo de las narices. Luego había que volver a trabajar otra vez, siempre con la cabeza encima de los residuos”.

Hablan las “esclavas” de la compañía Star Recycling, "liberadas" del pabellón industrial de Corso Francia el viernes gracias a las cámaras, los fotógrafos y los sindicalistas del sindicato CGIL. Al principio no entendieron a qué venía todo aquel follón. Luego aplaudieron todas juntas. Por fin, alguien se había dado cuenta de que existían.Padua, corazón del nordeste del “milagro” económico, se descubre muy parecida a un rincón cualquiera de la ciudad miseria de Korogocho en Kenia. La zona industrial que las instituciones presentan como el no va más, escondía a mujeres magrebíes de rodillas en medio de la basura que debían separar. Hassana es una de las veinticinco mujeres con pantalones fosforescentes y pañuelo en la cabeza que se ganan la vida con la basura.

La iniciativa de Rifondazione Comunista y Workers in Action ha revelado la condición ordinaria de trabajo de las obreras de la cooperativa Centro Lavoro.Junto a Hassana, en los cuatro mil metros cuadrados del pabellón, estaba Nadine, de 40 años, y su hija pequeña. También Nadine es marroquí, y lleva cuatro años “empleada” en las montañas de basura. Obligada, como su compañera, a trabajar 8 horas al día en un “horno” por 800 euros al mes. Única protección: un par de guantes de jardinería y una mascarilla anticontaminación por semana.

Entre los objetivos de la CGIL figura que la Star Recycling contrate directa y plenamente a las “esclavas” magrebíes sin pasar por la larga cola de cooperativas que descargan el beneficio en el último eslabón de la cadena. A todo ello habrá que añadirle un paso fundamental en la nueva calificación de las empleadas: ya no serán meras facchine [mozo de almacén] sino que las tendrán que considerar “operadoras higiénico-ambientales”. Un salto de salario sustancioso, casi el doble en nómina, igual que el de sus compañeras del centro de reciclaje de Vedelago, en la provincia de Treviso.
Por lo demás, lo que cuentan estas mujeres magrebíes transmite nítidamente decepción. “Porque lo que creíamos que era el primer mundo –comenta con amargura Chirin- es en realidad el tercer mundo. Creíamos que Italia era la patria del derecho y la legalidad, pero lo de aquí es peor que lo de nuestra tierra. Esto no sucede allí. Al menos, no a la luz del sol”.
Ahora las veinte “mozas” de la Star Recycling esperan la actuación de los inspectores de trabajo, que en los últimos cuatro años jamás han aparecido por la “fábrica” de la basura. Queda la inquietud por posibles represalias. Han encontrado el valor para hablar pero saben que les castigarán. “A quien se queja le despiden enseguida. Es lo normal desde hace años”, advierten las trabajadoras, que recuerdan el caso de una compañera que se quedó medio ciega por las virutas minúsculas que gravitan en el pabellón. “Le pidieron sin muchas contemplaciones que se quedara fuera de la verja. Le dijeron: ' Si no puedes trabajar, no queremos volver a verte el pelo’”.



Fuente: http://www.ilmanifesto.it/Quotidiano-archivio/13-Luglio-2008/art75.htmlGorka